07-Febrero-2012.
Hola,
acabo de ver un documental sobre los derechos humanos en Estados
Unidos, allí, cuatro estudiantes de primer curso, comprometidos de
verdad con los derechos humanos, pusieron en riesgo, incluso, su
propia vida para cambiar una gran injusticia. Allí, la población
negra, no tenía permitido tomar un café, por ejemplo, en las mismas
cafeterías que los blancos, ni siquiera, tenían derecho a voto en
muchos estados del sur, eran los tiempos del presidente Jhonson
(guerra de Vietnan), para centrarnos en el tiempo.
A
pesar de las palizas que recibían, cuando empezaron las sentadas en
una cafetería en concreto, de ser detenidos y amenazados de muerte,
continuaron, y sus protestas prendieron en el resto del país, poco
tiempo después consiguieron terminar con la segregación. Podían
morir por su país en las guerras (II Guerra Mundial, Corea,
Vietnan), pero no podían ni tomar un café con los chicos con los
que derramaban su sangre en los campos de batalla mundiales, donde
luchaban por la “libertad”. Una libertad de la que no gozaban en
su propio país.
Todo
esto me hizo pensar en lo cobardes que somos nosotros, nos están
dejando sin trabajo, nos están quitando las casas, nos quitan las
pensiones (bajar algunas pensiones, o no subirlas, es casi lo mismo),
nos obligan a pagar dos veces los servicios que llevamos años
pagando sin usarlos (la seguridad social), nuestros hijos pasan frío
en los institutos, no les recompensan por adquirir conocimientos (si
suspenden, “promocionan” y pasan de curso, no sea que se sientan
fracasados y se suiciden), incumplen la Constitución (todos tenemos
derecho a una vivienda digna, tenemos derecho a un trabajo), o la
cumplen (no podemos endeudarnos por encima del 2%), a conveniencia,
nos suben los impuestos (sólo a los trabajadores, a las grandes
fortunas, y las sicap, no), nos gobiernan personas, o instituciones a
las que no eligió nadie (toda la culpa es de los mercados, dicen, y
todas las decisiones nos son impuestas por los mercados, a los que
nadie escogió en ninguna elección), absolvemos a políticos
corruptos, aunque todos los españoles somos iguales ante la ley, no
es lo mismo un catalán, o un vasco, que un asturiano...podía seguir
varías páginas con lo que estamos permitiendo que nos hagan,
aquellos que deberían evitar todas esas cosas, esos a los que
pagamos, y muy bien, para evitar que todo eso ocurra, y Nosotros, que
somos sus jefes, no lo olvidemos, no hacemos nada.
Al
compararnos con aquellos estudiantes del principio de este cuento,
llamarnos cobardes es poco, es ser muy condescendiente con nosotros
mismos, y hace tiempo que aprendí que no podemos escapar de nosotros
mismos, por lo tanto, no nos engañemos más, y llamemos a las cosas
por su nombre.
Aquellas
personas de raza negra se jugaban la vida literalmente, a nosotros,
en una manifestación, como mucho, pueden darnos unos palos la
policía, y ni así salimos a protestar. No olvidemos que no
pediríamos nada que no nos corresponda por derecho, ganado tras
muchos años de lucha social de nuestros mayores.
No
sé qué tiene que ocurrir para que reaccionemos y salgamos a la
calle, pero tenemos, ya, razones más que suficientes para exigir a
nuestros “empleados”, que hagan bien su trabajo, y si los
mercados tocan los cojones, que reformen lo que tengan que reformar
para que dejen de tocarlos, que para eso les elegimos, y si no saben,
o no se atreven, que se vayan antes de que tengamos que echarlos.
UN
CIUDADANO INDIGNADO
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